
Lo cierto es que según datos de la OCDE y otros organismos, México es el país con mayor obesidad infantil. ¡¿Del mundo?!, ¡¿superando a Estados Unidos, con todo y su Coca-Cola?!, pues al parecer también encabezamos la lista global de mayores consumidores de refresco... Nuestra Secretaría de Salud afirma que un tercio de nuestros niños son obesos.
Razones hay más de una: mala alimentación, inactividad física, pocas y malas campañas de nutrición, escasa cultura deportiva...
Me declaro víctima, o al menos agente pasiva en eso del deporte... Fui la niña a la que siempre le pasaba el balón de futbol por debajo de las piernas, que cuando encestaba en el basket todo el equipo se sorprendía, que llegaba en las últimas filas de los maratones y un laaargo etcétera. Siempre pensé que era lo normal, porque en realidad dentro de mis grupos eran unos cinco los que destacaban o se dedicaban más seriamente a los deportes. Habíamos otros 25 que mejor saltábamos la cuerda, jugábamos al "avioncito" o a "los quemados".
Apenas pasados los veinte, decidí cambiar mi destino anti-deportivo y entrar a ese mundo que me parecía tan ajeno. Intenté ir con frecuencia a un club y seguir todos esos consejos de algún entrenador con los bíceps inflados por 3 horas al día de pesas, más no sé cuántos anabólicos. Me funcionó una semana y no más. Regresaba de vez en cuando para intentar sin mucho éxito afianzarme al cardio, al baile latino, a las pesas. Lo único que me abrió una pequeña ventana fue la natación.
Al nadar siento que vuelo, que mis músculos se disgregan para flotar en la materia, que alcanzo una libertad inusitada. Nadé tres años con menor frecuencia que la de un aficionado. Me enojaba conmigo misma por no lograr hacerme un espacio entre mis dos y a veces tres trabajos. Nunca pasaba del primer carril, donde personas de la tercera edad hacían caminatas acuáticas para preservar la elasticidad y fortaleza de los brazos y piernas. Vergüenza la mía... Tal vez eso del deporte nada más no era para mí. Yo, a los periódicos, a los libros, a la fotografía...
Apenas tres semanas atrás descubrí una alberca cerca de casa. Comencé a ir tres veces por semana. ¿Sería lo correcto? Costaba tres veces menos que el club, un mal signo para los demás. "Si cuesta menos, es menos serio". La primer clase no podía llegar al otro lado de la alberca sin detenerme a respirar como un náufrago sin fuerza. De pronto, una voz de esperanza "si piensas que no puedes, no lo harás. Piensa que puedes. Todo está en la mente". Gracias al entrenador por tan sabias palabras que al final, aplican para todo en la vida. Ya lo decía el Kybalion..., me tardé en aplicarlo al deporte.
Desde entonces he logrado avanzar 3 carriles. ¡Al fin llegué al carril de mi edad! Ahora nado en nivel medio y cada que termino recibo un "bien hecho, cada vez mejoras más". Cuando me canso y no puedo con una brazada más, sólo pienso "yo puedo, yo puedo". A veces volteo hacia arriba y veo el afiche de Paola Espinosa, que cuelga de la fosa de clavados, y aunque no concuerde con tantas cosas de esta deportista, recuerdo su determinación y hoy aplaudo su petición al Congreso de luchar contra la obesidad infantil de fondo, de promover el deporte.