lunes, 3 de octubre de 2011

17. Crónica romana
"Crónica romana (Roma, 2011)                            ® Mariana Domínguez Batis
Dos judíos se nos acercan a Eren y a mí y nos untan un poco de champaña detrás del oído. Un tercero besa emocionado a Marisol en la mejilla. Y un cuarto abraza a Nayeli. Acaban de sonar las doce campanadas para recibir el 2011 y las miles y miles de personas que lo celebran en la Piazza Venezia se abrazan, aunque nunca antes se hayan visto, comparten botellas de espumosa champaña (es de buena suerte frotarse el lóbulo de la oreja con esta bebida) y contemplan un espectáculo de fuegos artificiales (hasta hoy, Italia es el país europeo que más los arroja, herencia de los viajes de Marco Polo a China y de su encuentro con la pólvora).

            De pronto, la felicidad se vuelve caos. Entre las estrepitosas detonaciones de los fuegos artificiales, la multitud comienza a echarse para atrás. Se forman círculos gigantescos de personas con huecos centrales y comienzan a llover botellas vacías de champaña. No entendemos bien qué pasa, sólo nos cubrimos la cabeza y despejamos el iebo, siamos felices, bebo, bebo, beboamina cantando () fin a Janet y Alejandro, perdidos durante varias horas. Por las calles iaéra del bombardeo. Diez minutos más tarde, la plaza se ha convertido en un espacio plagado de millones de pedacitos de vidrio, obligando a los visitantes a caminar con sumo cuidado.

            En otra ocasión, aprenderiebo, siamos felices, bebo, bebo, beboamina cantando () fin a Janet y Alejandro, perdidos durante varias horas. Por las calles iía que en Año Nuevo, una tradición italiana es romper objetos, después de las doce de la noche, para deshacerse de todo el mal que pudieron vivir el año ya pasado. En varios pueblos, se acostumbra desde hace años tirar muebles enteros o vajillas por la ventana; costumbre que ha sido prohibida por el gobierno italiano, en unos casos, y, en otros, reglamentada (siebo, siamos felices, bebo, bebo, beboamina cantando () fin a Janet y Alejandro, perdidos durante varias horas. Por las calles iólo se puede aventar objetos a ciertas horas, para que no haya viandantes a los que les caiga en la cabeza un televisor o un sofá).


         Cuando la plaza comienza a despejarse, encontramos por fin a Janet y Alejandro, nuestros acompañantes que habían estado perdidos durante varias horas entre el gentío. Por las calles romanas todo es felicidad, la gente camina cantando ("Bebo, siamo felici, bebo, bebo, bebo", es la tonada favorita de los borrachos), abrazando desconocidos, bailando y bebiendo toda suerte de vinos y cervezas.

            Antes de ir a dormir, ya bien entrada la madrugada, me tapo la cabeza con la colcha, por el recuerdo de la lluvia de botellas, y pienso con cariño en mi difunto papá, hoy era su cumpleaños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario