11. Caída libre
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"Caída libre" (Marsella, 2010) ® Mariana Domínguez Batis |
Para aclimatarme a la
realidad nacional, decidí comenzar con natación en mis tiempos libres, donde mi
carril asignado fue el de mayores de cincuenta... El segundo paso fue
inscribirme a la Federación Francesa de Senderismo, donde con veinticinco euros
me hice acreedora a que una helicóptero me salvara en caso de perderme en la montaña,
¡fiú!
Justamente con la
tranquilidad del salvamento en mente, fue que Michel, el cuñado de mi casera me
preguntó si le temía a las alturas. Mi respuesta fue negativa, por lo que acto
seguido comenzamos con su esposa Marisse, maratonista profesional, un recorrido
dominical por les Calanques, un conjunto montañoso de piedra caliza que emerge
de las aguas esmeralda del Mediterráneo.
Lo que comenzó como
sólo un paseo, se convirtió en todo un desafío para mí. Tres horas después de
empinadas subidas a paso veloz, sólo pensaba en no retrasarme ni dos minutos
para ir al baño o tomar una foto, porque entonces perdería a la comitiva sin
remedio. Mis tobillos no soportaban un paso más y llegó lo inevitable: diez
minutos de escalada en roca sobre el vacío seguidos de un "yo te pregunté
si temías a las alturas".
A las cinco horas de
haber comenzado la caminata, por fin alcanzamos la cima deseada al mismo tiempo
que dos jóvenes. Uno de ellos cargaba a las espaldas una mochila casi de su
tamaño. ¿Van a acampar?, fue lo que todos nos preguntamos, pues soplaba un
viento ingente. Ante nuestra curiosidad, abrió la mochila, sac ó unos arneses de ella y se los amarró ágilmente a las espaldas y a
la cintura y nos sorprendió saltando al vacío, mientras su mochila se convertía
en un parapente.
"Te veo allá abajo
con el coche en dos horas", le gritó el que se quedó en tierra, mientras
admirábamos at ónitos cómo planeaba por encima del mar,
desafanándose por completo de toda preocupación.
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