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"Orgullo cátaro" (Béziers, 2010) ® Mariana Domínguez Batis |
En el tren de Montpellier a Béziers, durante mi primer día en Francia, un joven pasajero me ayudó a subir mi equipaje de 23kg (los reglamentarios de Air France) al maletero. Unos minutos más tarde, iniciamos una conversación incidental:
-¿De dónde vienes?
-Soy mexicana; de México.
-Uhm, sólo he ido a
Colombia, conozco bien. He visto mucho sobre México por internet, quiero ir un día pero a la ciudad, ¿es bella?
-Lo es.
-¿Tienes fotos?
Le muestro algunas fotografías en mi cámara y se maravilla con los colores de un mercado: las sandías, guayabas, papayas...
-¿A qué te dedicas?-- le pregunto, él voltea a ver nerviosamente hacia todos lados y, con lentitud, saca de su cangurera un pequeño paquete, una masa verdusca de hachís envuelta en papel celofán.
-Tres novias me han dejado
por esto, tienen miedo, yo no lo tengo. No lo tengo, si mañana me matan, era mi destino. Por cierto--, continúa con
ligereza-- tienes una belleza
inusual, ¿quieres quedarte en Francia, casarte conmigo y tener hijos?
Después de mi cortés y rotunda negativa pasamos dos minutos en silencio. La siguiente parada es Béziers, la ciudad en la que viviré. Nos despedimos calmadamente. No dejo de pensar si su confesión respondió a mi nacionalidad y si este extraño episodio se lo debo a Calderón y a su ya conocida "guerra contra el narcotráfico", entre otras cosas.
En eso pienso ensimismada cuando miro hacia la ventana y quedo maravillada con una imponente catedral en lo alto de una montaña, la catedral cátara que ha sido testigo por siglos de la historia de la ciudad.
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