viernes, 30 de septiembre de 2011

6. Da Vinci en Chambord


"Da Vinci en Chambord" (La Loire, 2011)                              ® Mariana Domínguez Batis

Sí, confieso que a veces suelo ser muy calculadora. Confieso también que antes de emprender un viaje para atravesar Europa occidental en auto, con mi hermana y mis amigas Brenda, Daniela y Fryne, pasé toda una tarde estudiando minuciosamente las reglas de vialidad y las señales de tránsito en Francia y en Europa. Después de memorizar lo más posible, busqué y tracé rutas por internet, calculé tiempos y presupuestos, y compré una guía Michelin de todo el continente, además de imprimir sendos mapas de los trayectos que haríamos.

            El viaje en auto inició en París. Me puse al volante con Brenda a mi lado y le expliqué en cinco minutos todo lo que había aprendido sobre límites de velocidad y señalización. La nombré orgullosa copiloto y le concedí el honor, por nadie deseado, de cargar el bonche de mapas que había preparado, mismo que más tarde cedió a Daniela, quien lo cumplió responsablemente durante casi un mes.

            Tras casi una hora de tránsito, nos despedimos de París y tomamos carretera. La primera hora todo marchó de maravilla, pero mses, con todo y la sorpresa de xicanas podesar de largas perdidas, multas de tr de Chambordás tarde, los mapas dejaron de funcionar, habíamos  perdido el camino y estábamos en pequeñas carreteras secundarias. Al principio sentí pánico, pero conforme nos adentrábamos en la región de La Loire, en un paisaje neblinoso forestal, y pasábamos pueblitos cada vez más encantadores y antiguos y veíamos fortificaciones medievales a lo lejos, comencé a olvidarme de las rutas trazadas y a disfrutar de estar perdidas.

            Para mediodía había previsto llegar a Amboise, la ciudad donde Leonardo da Vinci pasó sus últimos años y murió, invitado por el rey Francisco I, cuyo castillo domina la población. Contrario a todo plan, cayó la noche y sólo atisbamos castillos menores a lo lejos, así que mejor decidimos hospedarnos. Fue hasta el día siguiente que, después de otra dosis de hermosos paisajes y de caminar un poco entre el bosque, nos encontramos de frente con el castillo de Chambord, que nos dejó sin habla durante unos minutos ante su exquisita arquitectura, en cuyos planos, algunos piensan que participó el mismo da Vinci.

            La llegada a Chambord, significó para mí un suspiro y un sentimiento de alegría, pues fue el inicio de un viaje que, a pesar de largas perdidas, nos demostró a nosotras mismas que podíamos atravesar países, con todo y la sorpresa de las personas que encontrábamos en las carreteras, quienes invariablemente nos veían, suspiraban y decían "cinco mexicanas, pero ¿cómo llegaron hasta aquí?".

         

No hay comentarios:

Publicar un comentario