6. Da Vinci en Chambord![]() |
"Da Vinci en Chambord" (La Loire, 2011) ® Mariana Domínguez Batis |
Sí, confieso que a veces suelo ser muy calculadora. Confieso también que antes de emprender un viaje para atravesar Europa occidental en auto, con mi hermana y mis amigas Brenda, Daniela y Fryne, pasé toda una tarde estudiando minuciosamente las reglas de vialidad y las señales de tránsito en Francia y en Europa. Después de memorizar lo más posible, busqué y tracé rutas por internet, calculé tiempos y presupuestos, y compré una guía Michelin de todo el continente, además de imprimir sendos mapas de los trayectos que haríamos.
El viaje en auto inició en París. Me puse al volante con
Brenda a mi lado y le expliqué en cinco minutos todo lo que había aprendido
sobre límites de velocidad y señalización. La nombré orgullosa copiloto y le
concedí el honor, por nadie deseado, de cargar el bonche de mapas que había
preparado, mismo que más tarde cedió a Daniela, quien lo cumplió
responsablemente durante casi un mes.
Tras casi una hora de tránsito, nos despedimos de París y
tomamos carretera. La primera hora todo marchó de maravilla, pero m ás tarde, los mapas
dejaron de funcionar, habíamos perdido
el camino y estábamos en pequeñas carreteras secundarias. Al principio sentí
pánico, pero conforme nos adentrábamos en la región de La Loire, en un paisaje neblinoso
forestal, y pasábamos pueblitos cada vez más encantadores y antiguos y veíamos
fortificaciones medievales a lo lejos, comencé a olvidarme de las rutas
trazadas y a disfrutar de estar perdidas.
Para mediodía había previsto llegar a Amboise, la ciudad
donde Leonardo da Vinci pasó sus últimos años y murió, invitado por el rey
Francisco I, cuyo castillo domina la población. Contrario a todo plan, cayó la
noche y sólo atisbamos castillos menores a lo lejos, así que mejor decidimos
hospedarnos. Fue hasta el día siguiente que, después de otra dosis de hermosos
paisajes y de caminar un poco entre el bosque, nos encontramos de frente con el
castillo de Chambord, que nos dejó sin habla durante unos minutos ante su
exquisita arquitectura, en cuyos planos, algunos piensan que participó el mismo
da Vinci.
La llegada a Chambord, significó para mí un suspiro y un
sentimiento de alegría, pues fue el inicio de un viaje que, a pesar de largas
perdidas, nos demostró a nosotras mismas que podíamos atravesar países, con
todo y la sorpresa de las personas que encontrábamos en las carreteras, quienes
invariablemente nos veían, suspiraban y decían "cinco mexicanas, pero
¿cómo llegaron hasta aquí?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario