viernes, 30 de septiembre de 2011

15. De luz y sombra
"De luz y sombra" (Brujas, 2011)                              ® Mariana Domínguez Batis


Para los renacentistas, un laberinto te lleva hacia ti mismo. El laberinto que crucé esta semana fueron las calles de Bruselas y Brujas, que en algunas guías de viajero son descritas como un laberinto en el que se pierden hasta sus habitantes. En efecto, durante nuestra estancia en Bélgica, pasamos varias horas buscando nuestros destinos, incluso con mapa en mano.

            En una de las perdidas, ante la impotencia y desesperación, decidí mejor separarme un rato del grupo a fin de no hacer pasar un mal rato a las demás. Caminé y caminé por las calles de Bruselas, sin ningún destino en particular. Encontré una exposición de Miró, cuyos cuadros me transportaron de inmediato a momentos de mi infancia, cuando mi ya fallecida tía Ana me explicaba con paciencia las diferencias entre un cuadro de Chagall y otro de Miró, para después motivarnos a mi hermana y a mí, ayudadas por una antena de televisión, a jugar a ser directoras de orquesta. En la muestra hallmuestra﷽﷽﷽ra exacta de la que me hablaba Ana. urbo al hostal, me encontrompartiendo papas con un beso. Inventnos viajeroso por Mé la pintura exacta de la que me hablaba Ana. Me sentí verdaderamente emocionada al estar ante la pintura original con la que fantaseaba de niña y solté una pequeña lágrima en recuerdo de mi tía.

            Seguí caminando, admirando edificios y las famosas plazas de la ciudad, en búsqueda de un cucurucho de las famosas papas fritas belgas. Al encontrarlas, me senté en la plaza a ver pasar a la gente y a comer. Un grupo de estudiantes de secundaria francés desfiló frente a mí, recordándome la travesía que recorrí con mis alumnos a Andalucía como práctica de campo. Vi a varias parejas, que posiblemente disfrutaban de su luna de miel, compartiendo papas con un beso. Antes de partir, inventé toda una historia sobre un bolígrafo que alguien había olvidado sobre una banca.

            Nimiedades, al fin y al cabo, pero nimiedades que me devolvieron tranquilidad y claridad. De regreso al hostal, me encontré con mis amigas y mi hermana, quienes seguían extrañadas por mi ausencia. Al verlas, descubrí el final del laberinto y desde entonces, dejé de perderme por las calles de Bélgica. 

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